
Sin embargo, cuando lo hacemos buscando aprobación o por miedo a no ser amados, o incluso a ser abandonados, este comportamiento se convierte en un ciclo enfermizo que nos desconecta de la vida y de nosotros mismos. Las personas que viven para complacer a los otros dejan de lado su propia personalidad para acabar por convertirse en personajes, pues se pasan el día haciendo cosas que no desean hasta acabar por perder por completo el contacto con su identidad y sus verdaderos deseos. De ese modo los niños aprenden que no son aceptados. Cuando se equivocan, se les trata con desdén y con críticas o se les ignora, las personas aprenden que algo falla en ellos. No ser valorados por lo que somos En este caso los padres ven en su hijo una prolongación de ellos mismos e intentan moldearlo imponiéndole sus propios deseos, sin respetar la personalidad y los deseos genuinos del niño, por lo que este llega a la conclusión de que su persona no importa. No tener voz ni voto En este caso, los adultos de referencia siempre toman las decisiones por el niño. Así, interiorizan que el mundo funciona de esta manera.
Por lo tanto, tenga cuidado de conocerla mejor. Esto es importante para que tengas una mejor experiencia sexual con ella. Si no conoces bien a tu pareja, el sexo puede volverse aburrido para ella y dificultarle el orgasmo. Por esta razón, puedes abrazar y acurrucarte durante las relaciones sexuales o al hacer el amor.
Esto permite no perder el tiempo con aquellas personas con las que no congeniamos sexualmente. Existen personas con máximo habilidad para detectar a sus buenos amantes. Otras, sin embargo, no paran de preguntarse qué hacen tratando de conjugar, una y otra vez, con esa persona que no satisface sus deseos. Por supuesto, la responsabilidad no es solo de la otra parte.