
El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución. Sus alumnas son seis chicas que quieren ser prostitutas. La lección empieza a primera hora de la mañana en un aula que Concha ha alquilado en el centro de Barcelona.
Entretanto tanto, ella disfruta de paseos en yate, cenas elegantes en medio del mar, restaurantes lujosos y hoteles de cinco estrellas pese a estar en paro y sin papeles. Esta colombiana de 29 años es profesora de arte y reside desde hace nueve meses de forma ilegal en nuestro país. Sin embargo, su ocupación como sugar baby a espaldas de su marido le permite mantener este astronómico tren de vida mientras espera para regularizar su situación en España. Ella ofrece compañía, afecto y conversación a hombres maduros a cambio de una colaboración. Se trata de un aberración procedente de Estados Unidos que ha llegado con fuerza a España. Ellos proporcionan un ambiente de lujo y grandes cantidades de dinero. Mientras baza, ellas ofrecen su compañía, que asiduamente, incluye relaciones sexuales.
Entre los miles de clientes que cada mes contratan los servicios de mujeres que se dedican al lucrativo, y para algunos denigrante, negocio de la prostitución se camuflan hombres que dejan de verlas como un mero efecto. Hacen de lado el sexo y se enamoran. Me han traído rosas, chocolates y hasta ropa interior. Eso sin contar con la dificultad que tienen varios de ellos para reconocerlo. Lo que no deja de acojonar es que cerca de la centro de los amorosos 37,8 por ciento son hombres casados. Esa condición, a la hora de hablar de amor, cuenta. Riesgo afectivo, latente Y si los clientes entregan el corazón, ellas también. Para algunas, solo se prostitución de un embuste. Mujeres que conversan y se toman un trago contigo.