
De lo cual resulta que la noble señora no solo cuenta entre sus antepasados varones insignes por sus hazañas bélicas, sino santos gloriosos, venerados en los altares de toda la cristiandad. Como he dado al buen lector mi palabra de no aburrirle, me guardo para mejor ocasión los mil y quinientos comprobantes que reuní, comiéndome el polvo de los archivos, para demostrar el parentesco de doña Catalina con el antipapa don Pedro de Luna, Benedicto XIII. Busca buscando, hallé también su entronque lejano con Papas legítimos, pues existiendo una rama de los Artal y Ferrench que enlazó con las familias italianas de Aldobrandini y Odescalchi, resulta claro como la luz que son parientes lejanos de la Condesa los Pontífices Clemente VIII e Inocencio XI. Huérfana de padre y madre a los siete años, quedó al cuidado del primogénito, actualmente Marqués de Feramor, y de su hermana doña María del Carmen Ignacia, Duquesa de Monterones.
Y no estoy de acuerdo, porque una cosa es correlación y otra cosa es relación de causa efecto. Pues tal vez implica que la libre competencia en el terreno sexual puede llevar a que las siguientes generaciones tengan genes que les predispongan a por ejemplo una menor tasa de criminalidad que los de nuestra concepción actual. Otra opción podría ser y supongo que estarías pensando en ella que las tasas de criminalidad aumentaran por haber menos hombres casados. Quien sabe, en todo caso, no es sencillo predecir en base a esos datos. Sin embargo, creo que mezclas muchos conceptos, primero hablas de tesis reproductiva en términos biológicos, y después te pasas a hablar de sexualidad en términos sociales. Efectivamente, desde el punto de vista biológico, la disponibilidad de gametos determina que es lo ideal para cada sexo. En las especies en las que la lactancia es larga y costosa, la monogamia es un imperativo biológico.